Una sencilla operación de 10 minutos corrige las
pérdidas de orina
Los partos, el exceso de peso y la menopausia favorecen la
aparición de la incontinencia de esfuerzo La nueva técnica supone «el mayor
avance de la cirugía benigna»
Una sencilla operación de 10 minutos corrige las pérdidas de
orina
De las pérdidas al miedo a salir de casa
Estamos probablemente ante el avance más importante que
hemos conocido dentro de lo que se llama cirugía benigna. Antes, cuando me
tocaba operar a una mujer afectada por incontinencia urinaria, siempre pensaba:
¿no llegará el momento en que aparezca algo más sencillo y eficaz para resolver
un problema tan extendido como éste? ¿Tiene que haber algo!, me lamentaba.
Efectivamente, ese momento ha llegado y he tenido la suerte de conocerlo».
El jefe de sección de Ginecología del hospital de Cruces,
Javier Esteban, un cirujano de dilatada experiencia en el tratamiento de las
pérdidas de orina, valora así la llegada de una nueva técnica quirúrgica que
está llamada a convertirse en una «auténtica revolución» en el tratamiento de
la incontinencia de esfuerzo, que es la más común y afecta a las mujeres.
Una sencilla intervención de diez minutos que se realiza por
vía vaginal y permite dar de alta a la paciente en el mismo día sirve para
corregir casi la práctica totalidad de los casos. «Esta es de esas cosas en las
que un remedio en apariencia pequeño sirve para resolver un problema grande,
una complicación que afecta seriamente a la calidad de vida de las personas que
la padecen», comenta Txanton Martínez-Astorquiza, jefe de servicio de
Ginecología y Obstetricia del Hospital de Cruces, uno de los centros pioneros
en la implantación de la técnica en España.
Los urólogos distinguen tres tipos de pérdidas involuntarias
de orina. La incontinencia de esfuerzo, la más habitual, está provocada por la
pérdida de elasticidad y tensión de los músculos de la pelvis. Su aparición
está ligada fundamentalmente a los partos, el exceso de peso y la menopausia,
pero no sólo. Muchas mujeres también la padecen como consecuencia del esfuerzo
abdominal que suponen acciones tan cotidianas como toser, reírse, saltar hacer
ejercicio o cargar todos los días con un carro de la compra.
La incontinencia de urgencia surge debido a una alteración
en la parte del sistema nervioso que regula la micción; y luego existe una
mixta, mezcla de las dos anteriores. Las nuevas mallas están pensadas
exclusivamente para el tratamiento de la incontinencia de esfuerzo, que afecta
a un 30% de las mujeres. «En realidad, una de cada dos ha tenido alguna pérdida
a lo largo de su vida. Si esto se convierte en algo muy repetitivo, no queda
más remedio que acostumbrarse a vivir con ello, que no es fácil, o tomar una
solución», resume Esteban.
Tercera generación
La cirugía de mallas comenzó a practicarse hace una década.
En el País Vasco, su introductor fue el urólogo José Manuel Díaz Munio, en la
actualidad jubilado. «Por fin, se consiguió intervenir por vía vaginal. Ya no
había que abrir el abdomen, pero al principio -afirman los ginecólogos de
Cruces-, tuvo sus complicaciones, sobre todo para enseñarla; hasta el punto de
que en un centro, no diré de dónde, llegó a morirse una mujer».
Las mallas que han comenzado a colocarse a finales del año
pasado constituyen la tercera generación del producto. Son de un tamaño
reducido, de apenas ocho centímetros de largo y uno de ancho y se colocan de
una manera muy sencilla en una intervención que dura de diez minutos a un
cuarto de hora. La cirugía puede practicarse con anestesia local, aunque en el
hospital vizcaíno utilizan una sedación general por mayor seguridad.
La malla actual, cuatro veces más pequeña que los anteriores
cabestrillos, consiste en una banda de un material sintético cuyos extremos
está reforzados con unos filtros de fijación, que se adhieren a la piel. El
dispositivo se coloca por detrás de la uretra, mediante la realización de un
pequeño corte, y actúa como un muro de contención, evitando los desplazamientos
de la vejiga y, por tanto, las pérdidas.
El riesgo de que se produzcan efectos secundarios es
prácticamente nulo. «A veces -detalla Martínez Astorquiza-, puede ocurrir el
efecto contrario, que el dispositivo contraiga tanto la uretra que se produzca
una retención de los líquidos, pero esto es muy raro». La eficacia de la
técnica ronda, de hecho, el 95%. Cruces suma ya cerca de 40 intervenciones de
este tipo, que también se practican en otros hospitales del País Vasco.